“La reflexión en el nacionalismo tiene que superar a los partidos”



Iñaki Galdos (Oñate, 1966), presidente del sector renovador de EA mayoritario en Guipúzcoa, asiste flemático, año y medio después del congreso en el que salió vapuleado, a la ratificación de sus tesis. Pero ahora, además de la coalición, propone una reflexión sobre el futuro del nacionalismo con el PNV.Entrevista publicada el domingo 5 de octubre de 2008 en 'El País'.

¿Como líder de los partidarios de la coalición con el PNV qué le parecen las declaraciones de sus detractores, ahora favorables a establecerla?

Mi opinión sobre ese tema no ha cambiado, pero se trata de una cuestión zanjada en un congreso y, a día de hoy, no está en el orden del día de la ejecutiva nacional como tema de reflexión. Pese a todo, en política no se puede decir que de este agua no beberé.

¿El que EA se replantee la coalición ahora supone un respaldo a sus posiciones?

Mi opinión es conocida pero no tengo un deseo irrefrenable de reivindicar a los cuatro vientos una decisión que fue derrotada en un congreso y que debemos respetar. Por esa lealtad no hicimos nada ante las municipales y las forales y ahora tampoco nos corresponde liderar ningún movimiento.

¿No resulta descarado que, tras dos elecciones en solitario en las que EA no salió bien parada, se dé este giro?

Yo estaría satisfecho si se reeditara la coalición y, también, triste por haber dejado pasar dos elecciones en las que podíamos haber conseguido más apoyo, tanto EA como el PNV.

¿Y no se ha hecho EA esta reflexión a la luz de los resultados negativos?

Insisto en que desde el congreso del 2007, este tema no ha estado en las reflexiones internas de EA. Pero es claro que, de haber ido en coalición, la representación institucional de EA hubiera sido mayor, en Madrid y aquí. Aunque mi apuesta por la coalición no estaba formulada en claves electorales, sino que se ceñía a cuestiones estratégicas e ideológicas.

Sin embargo, sus detractores le reporchan tener intereses electorales para acceder a mayores cuotas de poder.

Nuestra sinceridad la demuestran los datos: concurriendo en solitario a las forales, EA logró mayor cuota institucional y se convirtió en una fuerza determinante en Guipúzcoa. A los guipuzcoanos nos ha ido mejor concurrir en solitario.

EA no practica la doctrina que implantó en 1999, que limitaba la coalición a situaciones excepcionales. Desde entonces sólo en tres de una decena de citas electorales ha concurrido sola.

Yo también me he sorprendido porque virulentas acusaciones que tuvimos entonces quedaron en saco roto al poco tiempo.

¿Encabezará la lista guipuzcoana o la dejará a Unai Ziarreta?

Yo fui candidato a diputado general y mi compromiso actual es con Guipúzcoa.

El sector que lidera en EA tiene el discurso más moderado y aguantó el tipo en el territorio más radical, ¿cómo analiza a sus votantes?

Desde 1999 nuestro sector ha abanderado un discurso diferente al de la ejecutiva de EA. Defendemos con más nitidez la necesidad de contar con todos los sectores del país, sean o no nacionalistas; el balance de Lizarra que hicimos fue más crítico y nuestro análisis sobre la apuesta del Estatuto es más benevolente.

Un pragmatismo que entona más con los josujonistas que con los soberanistas de Egibar.

Me molesta que se nos intente describir y caricaturizar en función de las sensibilidades que hay en el PNV. Nuestras reflexiones dentro del nacionalismo son previas a esas sensibilidades.

¿Cómo encaja una alianza estratégica con el PNV de Egibar situado en el extremo opuesto?

El nacionalismo necesita una reflexión que trascienda a los partidos. Hemos perdido el tiempo en discusiones bizantinas y no nos hemos dedicado a pensar cómo puede ser el nacionalismo vasco democrático e institucional en el siglo XXI.

Esta semana precisamente han tenido una discusión bizantina con el pacto foral, ¿cree que podrían reflexionar juntos?

El nacionalismo ha demostrado capacidad de gestión, pero hemos actuado de forma endogámica y no hemos analizado los profundos cambios sociales y electorales que se están produciendo. Los descensos del nacionalismo hay que verlos no en clave coyuntural, sino estructural.

¿La consulta de Ibarretxe y su Gobierno qué le parece?

Me parece irreprochable. Pero creo que una parte importante de la sociología nacionalista no la considera una cuestión prioritaria. Creo que el nacionalismo institucional es víctima de su propio éxito. Ha sido pieza fundamental para construir un nuevo país a partir del Estatuto, pero ese mismo éxito ha servido para que las nuevas generaciones no vivan la cuestión identitaria como algo agónico tal y como la vivimos nosotros. Y eso hace posible que los jóvenes puedan votar indistintamente y sin ningún vértigo a Ibarretxe o Zapatero según la cita electoral, rompiendo así desde ambos lados los muros que existían antes.

Está reconociendo que es muy posible la alternancia en el Gobierno Vasco.

No veo al PSE ni a su líder preparados para asumir las riendas del Gobierno Vasco porque han demostrado tener nula autonomía de Madrid. Justifican de forma patética el hecho de que Zapatero sea el único presidente desde la transición que no ha trasferido una sola competencia.

¿En esta caída del nacionalismo tiene que ver su ambigüedad ante la violencia?

Nos está haciendo daño pero no acepto que se nos critique por melifluos. Aunque acepto que tal vez nuestra firme postura contraria no ha llegado con esa firmeza a la sociedad, en eso sí me autocritico.

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